Para celebrar los 800 años del franciscanismo en la historia de la humanidad. La familia franciscana global ha organizado un ciclo conmemorativo de cuatro años, centrado en los hitos más significativos de los últimos años de vida de san Francisco:

– 2023: aprobación de la Regla por el Papa Honorio III.
–  2024: experiencia de los estigmas recibidos en La Verna.
–  2025: composición del Cántico de las Criaturas.
–  2026: la “Pascua” de San Francisco, es decir, su muerte.

Cada etapa ha ido acompañada de reflexiones teológicas, culturales y sociales, con la intención de reforzar la identidad franciscana y su relevancia actual.

La Tau, símbolo franciscano

La Tau (Τ), última letra del alfabeto hebreo, fue para San Francisco de Asís un signo sagrado de conversión, penitencia y salvación en Cristo. Inspirado en Ezequiel 9,3-6 y Apocalipsis 7,2-4, Francisco la usó para firmar cartas, marcar muros y bendecir, como en el pergamino dirigido a fray León, donde la trazó junto a una bendición bíblica (Números 6,24-26) como sello de protección divina.

De origen bíblico, la tau hebrea tenía forma de cruz y servía como marca protectora para los justos y como señal de redención, interpretación que los padres de la iglesia vincularon con la cruz de Cristo. En la edad media, su simbolismo se reforzó: el papa Inocencio III la promovió como signo de penitencia en el Concilio de Letrán (1215), los antonianos la llevaban como cruz de misericordia y aparecía en las “pinturas del canon” de los misales. 

Francisco la consideró símbolo de seguimiento de Cristo en la cruz y la usó como firma y emblema espiritual. En el pergamino de fray León, bajo la Tau, dibujó una cabeza interpretada como la calavera de Adán —símbolo de la humanidad redimida— o como el propio León, recordándole que estaba marcado como elegido y salvado. La Tau resume para Francisco la certeza de la redención y la bendición de Dios para quienes viven la conversión y llevan espiritualmente la cruz de Cristo.